¿El amor debería ser algo sincero o una idea fantasiosa?, a pesar de que esa pregunta pudiese parecer algo cruda, resulta interesante descubrir que muchas veces se idealiza al otro, pensando en las diversas situaciones que pudieran pasar o en las distintas maneras en las que observamos y contemplamos a la otra persona.
Cuando hablamos de la adolescencia implicamos aspectos hormonales, cambios sociales, imagen e identidad, en esta búsqueda es cuando se propone tratar de comprender todo lo que rodea, es decir, el medio en el que pronto nos encontramos sumergidos. Tal vez lo anterior toma lógica ahora que con mayor experiencia podemos contemplar, sin embargo, cuando se tiene una edad temprana casi por llegar a la adultez, es cuando analizamos nuestro pasado. Sería muy provechoso poder leer el siguiente artículo desde una mirada en el pasado, solo así, nos podríamos acercar un poco más a nuestros adolescentes en casa.
Existen diversas teorías sobre el amor, desde el acto sexual, motivaciones, de relajación, de compensación, compromiso entre otras. Todas ellas tienen algo en común, el interés personal. Aquí es cuando entra la familia y sobre todo los padres, ya que, si un adolescente es carente de afecto, atención, motivación, entre otras, que como padres bien deberían ser fomentados durante el desarrollo, tal vez el adolescente busque estas figuras o sus similitudes que le provean de todas estas características, aunando también las propias de una pareja sentimental.
La pregunta aquí es: ¿Es bueno o malo? La respuesta pareciera ahora negativa, si analizamos que el adolescente va a buscar la imagen de papá y mamá; pensemos en un sentido contrario, supongamos que llega alguien queriendo ocupar el lugar de yerno o nuera dentro de la familia, de pronto asusta leer esos parentescos; es correcto, así como nos retumbaron esas palabras, así mismo, debemos tener atención con quién se relaciona nuestro adolescente, sobre todo, quien quiere relacionarse o acercarse a él o ella. Desde un sentido positivo, ¿Qué pasaría si quien corteje a mi adolescente es amable, tierno, honesto, buena familia, valores íntegros…?
Estaríamos más tranquilos pues nuestros hijos están en buenas manos, ¿no? De acuerdo, recapitulemos un poco, considerando que tal vez mi adolescente si bien cultivó ideales o carencias a lo largo de su desarrollo, por múltiples razones, las cuales pueden incluir que él mismo se alejaba, que probablemente no fue tan receptivo, entre otras… Puede ocurrir que mi adolescente tome todas esas actitudes positivas como su «todo», propiciando entonces, a la dependencia.
Todo surge cuando el adolescente al enfrentarse a diversos cambios existe algo que lo acobija y distrae de entre tanta diversidad. Es como si una cápsula lo cubriera de todo aquello de lo que no tiene control, entonces será llamado «amor». Pero bueno, volvemos al punto inicial, ¿Qué es el amor?, pregunta tal vez que podemos responder desde la propia experiencia, pero recordemos que nuestras experiencias no serán nunca las mismas o parecidas a la de nuestros hijos. Pensemos que el amor es algo «puro», un sentimiento que es justo con quien lo recibe y quien lo da, no debe ser pretencioso, orgulloso o manipulador, mucho menos doler, con lo anterior me refiero a que el sentimiento no daña, lo hacen las acciones, aquí es donde partimos para saber quiénes son nuestros adolescentes, aquellos que reciben y aquellos que dan o multiplican amor. Con los cuales nos acercamos a dar cariño, comprensión, comunicación y como resultante de esto, fomentando autoestima. Para ellos los padres debemos estar en constante comunicación. Una pareja en su generalidad debería aportar compañía y seguridad elevando autoestima y cubriendo necesidades emocionales. Cuando se es adolescente, muchas veces las relaciones formales parecen ser aburridas, desde otro aspecto, la inmadurez emocional se vuelca en amoríos intensos o enamoramientos de personas mayores.
La dependencia emocional se cubre con el dolor, rabia, daños emocionales y físicos, ansiedad constante de perder al otro, puesto la vida propia pasa a ser de alguien más; la baja autoestima y autoimagen provoca aferración a la relación pues existe un miedo al abandono y rechazo. Partimos en un principio de las carencias que pudiesen verse involucradas, sin embargo, cuando se sobreprotege al infante o al adolescente temprano, procuramos que el adolescente visualice al mundo como hostil y cruel, ya que se procuró que no tuvieran las herramientas necesarias para enfrentar relaciones o situaciones de estrés.
Ahora bien, después de identificar y conocer un poco la génesis entre el amor o la dependencia emocional, abordemos como padres, cómo poder acompañar a nuestros adolescentes.
El acompañamiento debe iniciar desde cero, donde se provea al adolescente de las herramientas antes mencionadas, tener un equilibrio entre todo ello, podemos contemplar para este apartado los estilos de crianza, ya antes mencionados, donde pudiésemos realizar un análisis de todo aquello en lo cual estamos aportando de más y en caso contrario, aquello que nos está faltando. Para esta etapa de nuestros hijos, en la adolescencia el trabajo es un poco más arduo, puesto que aquí ya se encuentran defensas altas, evasiones, reclamos de los hijos, actitudes aprendidas, entre otras tantas conductas que puedan distinguir entre lo que alguien más observa y lo que como adolescente se interpreta.
La sugerencia para los padres es estar en contacto con los hijos, ser observador y analítico de las conductas provenientes o causadas de una relación amorosa, recordemos que toda conducta alarmante debe ser vista con ojo de lupa, pues esta podría provocar la sucesión de decisiones o conductas perjudiciales.