¿Tu hijo de tres años no duerme bien?

Muchas veces veo en la consulta padres desesperados que llevan durmiendo “mal” desde que nació su hijo. Con la esperanza de que dormiría mejor al hacerse mayor. Pero no, resulta que ya tiene tres años y toda la familia sigue sin dormir bien.

”Llegan las 11, las 12, y no hay manera de que se duerma”, o “nos llama varias veces por la noche”, “cuándo era bebé, que si eran los cólicos, luego que si son los dientes, más adelante, que si aún tiene que comer por la noche”. “Y ahora, ¿por qué sigue durmiendo mal?”

Dormir es una necesidad biológica básica, pero dormir “bien requiere un aprendizaje y establecer unos hábitos. La mayoría de problemas con el sueño vienen de no conocer cómo es el sueño normal en los niños y de no establecer esas rutinas.

Pero alrededor de los tres años (entre los dos y medio y los cuatro años) se dan una serie de circunstancias que pueden interferir significativamente con el sueño:

• Esta es la edad del “adolescente en miniatura”, en dónde la afirmación de su “yo” no lo va a poner fácil. Es la edad del “no” y del “yo, yo”.

• En esta edad están más activos,- van a guardería-, y muchas veces llegan demasiado cansados y sobreexcitados a la noche, lo cual, aunque parezca paradójico interfiere con “atrapar bien” el sueño. Muchos van dejando incluso la siesta, lo cual también contribuye a un cansancio excesivo e irritabilidad hacia el final del día.

• En muchos casos, no se ha llegado a establecer nunca una buena rutina del sueño.

• También en esta edad aparecen las pesadillas. Las pesadillas están relacionadas con estrés emocional, cansancio excesivo, sobrexcitación, ver determinados contenidos.

Existe además, otro factor común a cualquier edad que ha afectado de forma drástica al sueño en general. Es la luz artificial y la existencia de pantallas (TV, móviles, tablets).

Los humanos hemos vivido cientos de miles de años con luz natural, nuestros mecanismos biológicos de regulación del sueño están basados en los ciclos de la luz natural. Y sólo desde hace décadas vivimos con luz artificial, y desde hace menos tiempo aún con pantallas. Ello ha interferido notablemente en los ritmos biológicos naturales, y por tanto en nuestra “higiene” del sueño. Y los niños también son partícipes de este cambio.

Para evitar, y corregir, los problemas de sueño del niño las claves son:

• Adaptarse un poco a esa fase “adolescente”, y a su temperamento.

• Observar sus ritmos biológicos.

• Establecer (o mantener) una rutina del sueño.

Adaptarse a la fase “adolescente”, y a su temperamento.

Ese adolescente en miniatura, requiere darle un poco de margen y cierta autonomía, sobre todo, para no desencadenar su “no” a todo. Por ejemplo, se le pueda dejar a elegir ciertas cosas, como es la pijama, el cuento que le leemos antes de dormir, el peluche para llevarse a la cama.

En esta fase de “adolescencia” tienen muchos cambios de humor, así que trata de evitar, en lo posible, el enfrentamiento en los momentos que está irritable, o poco colaborador.

Hay que entender también su temperamento, cada niño tiene un ritmo; intenta acoplarse a él.

Observar los ritmos de biológicos del niño.

En general, es más importante cuándo duerme que cuántas horas duerme. Ver qué horas del día muestra más cansancio. Sobre todo en qué momentos lo ves más cansado, “de bajón”. Puede que necesite una pequeña siesta a mitad mañana, o en algún otro momento del día (evita que sea después de las seis de la tarde).

Cuando está demasiado cansado e irritable le va a costar más dormirse. Adelantar entonces la rutina del final del día.

Establecer rutina.

Si no la tenía, es hora de establecerla. Una secuencia de acciones es lo que establece la rutina: juego tranquilo, baño, cena, cepillado dientes, cuento, peluche y a dormir.

Un momento clave de la rutina es el momento en que se queda dormido, ahí lo importante es no establecer elementos de transición al sueño indebidos. Es decir, que el momento de transición al sueño se haga de forma que no sea algo que tenga que repetirse cada vez que se despierta por la noche. No conviene que se duerma comiendo, viendo la TV o cualquier pantalla, porque va a requerir repetir esa “transición” al sueño cada vez que se despierte por la noche.

Anunciar con suficiente antelación el inicio de la rutina y hacerlo de forma positiva. Por ejemplo: “En cinco minutos empezamos a recoger los juguetes y seguimos jugando en el baño, ¿qué juguetes te quieres llevar a la bañera?”

Darle una cierta “autonomía” para elegir su pijama, el cuento, el oso de peluche, etcétera.

Poner un elemento “neutral” que diga la hora de irse a dormir: un reloj, un temporizador. Puede indicar la hora de empezar la rutina de sueño, o poner límite de cuánto dura el cuento. Al ser un elemento neutral, es menos probable que el niño se rebele.

Frase: Si tu hijo no duerme bien y eso afecta al sueño de toda la familia, consulta con el pediatra. No existe una solución simple para cada problema de sueño.

Por Gabriel Ruíz
Pediatra
Contacto:
Web: https://pediatragabiruiz.com/
Mail: pediatragabiruiz@gmail.com
FB: Pediatragabiruiz

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