Por Trixia Valle/ Educación Milenial

En la escuela comenzó a aparecer el bullying. De inmediato se comenzaron a buscar soluciones. Todos querían colaborar y hacer cosas buenas por el bien de los alumnos. Los maestros y directores se reunieron y llegaron a la conclusión que debían aplicar lo que habían entendido por “mediación escolar entre pares”.
Así lo hicieron, eligieron a los mejores alumnos de los diversos salones para que fueran ellos los encargados de reportar e incluso de intervenir ante las agresiones. La idea sonaba bien de inicio, pero para unos chicos de secundaria en plena formación, sin tener claros sus valores y totalmente programados por juguetes, videojuegos, caricaturas y películas agresivas que fomentan la violencia como una forma de diversión, no resultó tan buena idea. Como dato, en Japón 900 niños se convulsionaron, se desmayaron, les dieron ataques epilépticos al ver un capítulo de Pokemon que tenía extremos flashazos a alta velocidad (luz pulsada), todo lo que ves tiene un efecto en tu cuerpo.
Martin fue elegido como uno de los mediadores escolares. En una ceremonia donde los mejores alumnos, con mejor conducta y que no daban “lata” fueron nombrados ante toda la escuela, comenzó el infierno para Martin. De entrada, le pareció un reconocimiento excelente de parte de las autoridades de la escuela y estuvo dispuesto a ser una especie de espía para las autoridades, esto le asegura un lugar especial pensaron sus padres, quienes estuvieron muy orgullosos y totalmente de acuerdo con esta medida.
Los siguientes tres días fueron normales, pero al cuarto día hubo una pelea entre algunos de sus compañeros del salón y Martin con firmeza y sus 14 años dijo:
- ¡Déjalo en paz! A ver, ¿Qué pasó? ¿en qué les puedo ayudar?
Burlas, zapes, gritos y desprecios siguieron a su instrucción: “¡A ti qué te importa, maricón!” le gritaban mientras le daban entre 6 una zapiza (es decir, una golpiza a zapes). Martín trató de no llorar y se separó después de un par de minutos de sus agresores. Esto se leía como una advertencia para que no siguiera las órdenes de los directores y que no fuera el “soplón” de lo que pasaba ahí dentro.
¿Qué habrías hecho tú?…
Opción 1: Decirle a los maestros o a tus papás.
Opción 2: Decirles de frente: “¡basta, no es negociable que me maltraten!”
Opción 3: Ignorar la situación y seguir las instrucciones como mediador escolar.
Ya sé que estás pensando, eran muchos contra Martín y no se podía defender, si los acusaba sería peor y decepcionaría a sus papás si les decía lo que pasó…
Así pensó también Martín y no dijo nada en casa, ni en la escuela, siguió el día como si nada. Cuando terminó de comer entró a su Facebook y encontró una nota de uno de sus agresores: ¡Mariquita chismoso, cuídate, te estamos viendo! Asustado cerró su computadora y trató de ver televisión para olvidarse del asunto, a pesar de que no dejaba de pensar en esto.
La semana que siguió se mantuvo al margen, ya no dijo nada a sus agresores y se hizo como si nunca hubiera recibido la amenaza. Sin embargo, todo cambió cuando uno de sus mejores amigos, quien había sido nombrado también mediador, fue agarrado a la salida por los mismos chicos y lo comenzaron a aventar contra otro mediador para “picarlos” y provocar que se pelearan:
- ¡A ver, par de maricones chismosos, peleense! ¡Para que vean que todo el mundo se puede pelear!
Con estas provocaciones y los mismos golpes que se daban uno al otro, ocasionado por ser aventados por el resto de la bolita que se había formado a su alrededor, comenzaron a pelear… Y cuando uno de ellos cayó al suelo, muchos patearon sin piedad al amigo de Martín que había sido derrotado por el otro chico.
Martín estaba paralizado, y cuando por fin lo dejaron en paz en medio de un charco de sangre, se voltearon para decirle: “sigues tú”.
Nuevamente Martín debió haber denunciado los hechos, pero estaba tan confundido porque nunca se había metido en problemas y ahora a causa de haber sido nombrado mediador todo su mundo cambiaba en un instante. No sabía qué hacer, tenía miedo y vergüenza de decir, así estaba totalmente paralizado. Totalmente vulnerable y sin encontrar salida.
Esa noche, su mamá iba a salir y él lo sabía, por lo que tomó del baño de sus padres unas pastillas para dormir, había decidido tomarlas una a una… De último momento su madre canceló la cena porque le dolía la cabeza y Martín insistía en que se fuera, esto llamó la atención de su mamá y se negó por completo a ir. Martín se encerró en su cuarto y abrió su Facebook para encontrar en su muro 47 agresiones verbales muy fuertes y amenazas de muerte de parte de varios alumnos de su escuela.
Lloraba y lloraba sin parar. Su mamá entró sin tocar y lo encontró frente a la luz de la computadora llorando. No entendía lo que pasaba por lo que se acercó a ver la pantalla y descubrió los mensajes. ¡No lo podía creer! Todos estaban en contra de su hijo, cuando hacía unas cuantas semanas todo estaba bien con él.
- ¡Martín! ¿Por qué no me dijiste lo que te pasaba? ¿Qué es todo esto?
Martín lloraba desconsolado cuando entre lágrimas y gritando varias veces le respondía: “ME QUIERO MORIR”. Incrédula su mamá escuchaba estas palabras mientras su hijo le decía que quería que saliera esa noche para tomarse todas las pastillas de la caja y morirse. Que ya no quería vivir. Sentía que de todos modos lo iban a matar…
Nunca volvió a la escuela, sus padres pidieron apoyo psicológico para él y se han dedicado a cuidarlo desde entonces. Denunciaron los hechos y la golpiza del amigo de Martín… pero la escuela no lo creyó y no hizo nada.
*Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de las personas de este relato de la vida real sucedido en algún lugar de Yucatán.

Consecuencias positivas de denunciar la violencia entre pares:
- Creo un antecedente ante las autoridades de la escuela para que sepan lo que está ocurriendo y puedan poner medidas preventivas
- En caso de que existan peleas derivadas del bullying que sufro ellos sabrán que fue un acto defensivo de mi parte y no me tomarán por provocador
- Pongo en alerta a mis padres de lo que está ocurriendo para me puedan apoyar
- Establezco límites con los agresores al mandar el mensaje: “no me voy a dejar”
- Me valoro y me cuido al exigir que se me respete
- Evito que las cosas lleguen a mayores y pueda salir muy lastimado
- Mi denuncia alentará a otros a hacer lo mismo y a cuidar que nuestra escuela no se vea contaminada por los agresores
- Aprovecho mi tiempo en la escuela para estudiar y no para estarme defendiendo o preocupando
- Tomo acción para evitar que el miedo me tome a mí
- Disfruto la vida al poner orden en ella
Consecuencias negativas de no denunciar la violencia entre pares.
- Permito que abusen de mí
- Acepto el maltrato como una forma de vida
- Hago que los agresores creerán que se pueden salir con la suya sin consecuencias
- Se crea un mal ambiente en mi escuela
- Aguanto los daños sin manifestarme, como si fuera normal sufrir
- Puede llegar a graves daños físicos o morales si no se detiene a tiempo al agresor
- Me siento vulnerable y sin control sobre lo que me sucede
- Me siento inferior a otros y aprendo a dejarme maltratar
- Al callarme yo, enseño a otros a hacer lo mismo
- Me pongo en riesgo y vivo con intranquilidad al no saber lo que sucederá
¡Porque me quiero, me cuido!
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